segunda-feira, 6 de fevereiro de 2012



Aquí estoy con mi pobre cuerpo frente al
crepúsculo
que entinta de oros rojos el cielo de la tarde;
mientras entre la niebla los árboles oscuros
se libertan y salen a danzar por las calles.

Yo no sé por qué estoy aquí, ni cuándo vine
ni por qué la luz roja del Sol lo llena todo;
me basta con sentir frente a mi cuerpo triste
la inmensidad de un cielo de luz teñido de oro,

la inmensa rojedad de un sol que ya no existe,
el inmenso cadáver de una tierra ya muerta,
y frente a las astrales luminarias que tiñen el
 cielo,
la inmensidad de mi alma bajo la tarde inmensa.




[Pablo Neruda, Crepusculario.]

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